Creo que viene siendo hora de romper con ese grave expolio del mal llamado libre mercado, y volver a impulsarnos con el sistema de políticas que existían anteriormente, es decir, desarrollar y enriquecerse y hacerse fuerte con políticas de desarrollo y expansión de mercado interno. Volvamos pues al, podíamos llamar, mercado doméstico, porque por medio de esas políticas de desarrollo interno, volveremos a mimar y ayudar a las mismas empresas propias de cada estado.
‘pobreza garantizada’
¿Somos honrados en nuestros comportamientos de aplicación para buscar una corriente veraz de igualdad?, porque como es de comprender, los comportamiento correctos, nos llevan hacia soluciones correctas; y la manera en que se ha disparado la desigualdad de la renta en éstos últimos tiempos, muestran de por sí, lo muy incorrecto de nuestro proceder, por lo tanto, queda al descubierto la verdadera corrupción con que nos movemos para que así suceda. Y esa desigualdad existe, continúa y perdurará por el hecho de que así interesa a unos pocos. Así tenemos, por ejemplo, que la extracción de la materia prima ajena, rompe la estructura de desarrollo económico del país donde se extrae, y beneficia enormemente al país extractor; como es de comprender, los beneficios y empleos del país donde se extrae no sigue ni completa la cadena de producción, refinado, fabricación de bienes de consumo, venta al por menor, etc.; sino que esa extracción es llevada al país que extrae, que es donde si se beneficia de la estructura económica y desarrollo de sus industrias. Así que el país al que se le extrae la materia prima sigue siendo aún más pobre, porque le va menguando dichas existencias de esa materia; y el rico se hace más rico porque cuenta con beneficios muy por encima del resto. La misma explotación agrícola ha sufrido una grave perturbación, al ser sometida a la ‘obligada’ necesidad de abarcar el mercado mundial. Cuando de siempre, la actividad agrícola ha servido para producir en el nivel exigible del consumo local, sin necesidad de esa producción intensiva de ahora, donde sobra mano de obra. El sistema de esa actividad agrícola para consumo local permitía incluso que se les facilitara de manera gratuita la tierra cultivable, a aquellas familias campesinas de menores recursos; por consiguiente, la opulencia y la ociosidad se encontraban controladas de manera más adecuada, ya que las personas se veían a una continua actividad agraria para obtener el sustento necesario. E incluso, esos mismos productos se adquirirán a unos precios mucho más baratos, ya que no han de pasar por manos exportadoras de ninguna clase.
La agricultura de exportación y la producción expansiva ha venido originando la ruina de millones de agricultores más pobres; por otro lado, ha obligado, a estos, a desplazarse a las ciudades en busca de lo que han perdido, el trabajo y sus tierras; provocando una creciente y exageradas urbanizaciones de los espacios. Esa economía de antes, pierde a sus habituales consumidores de esas zonas rurales; con lo que se incrementan suculentos beneficios para unos pocos terratenientes y de las grandes empresas exportadoras. Ahora observemos lo que sucede, una vez que los grandes capitales se establecen en el país de extracción; las élites económicas de esa región o incluso de ese país se pegan a las multinacionales extranjeras, pero es que también lo hacen las mismas autoridades y jerarquías políticas. Así tenemos que las jerarquías locales y élites económicas se harán mucho más ricas, más cuando, esa multinacional extractora, ve como no se le imponen obligaciones sindicales, ni de controles ambientalistas, ni otras trabas que le pudieran suponer alguna merma económica. Tenemos que los conflictos económicos no existen, ya que se vienen enriqueciendo las élites políticas y de ciertas empresas de ese país; el enriquecimiento exagerado de dicha multinacional no encuentra analogía de ninguna clase. Pero esa traición a la masa de población empobrecida, que ven como se les llevan sus recursos naturales, habrá quienes exijan una correcta reparación que no llegarán a hallar. ¿Cómo podemos echar de los países empobrecidos a las corporaciones multinacionales, si sus jerarquías políticas y económicas se han hecho uña y carne con ellas?; el ciudadano de ese país empobrecido quiere salir de su pobreza, quiere unas condiciones laborales más sanas y unos salarios acorde a su trabajo y a sus necesidades. Pero cómo pueden actuar ante una élite local que muestra una clara falta de voluntad ante esos graves problemas de desestructuración económica y agrícola de su propio pueblo.
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